jueves, 29 de septiembre de 2011

Premio: Versatilidad (Gracias Porfinyomisma)

Como todo en esta vida, los premios tienen su truquito... y ese es que tienes que ponerte divina de la muerte y dar un tremendo discurso y agradecer, por supuesto... así que yo, al más puro estilo Penélope Cruz, me visto de gala y comienzo agradeciendo a Porfinyomisma por hacerme este regalito... En serio muchas gracias porque es cierto que llevo tiempo con pena y estos detalles son los que son capaces de levantar el ánimo.

Después hay que contar varias cosas sobre ti... y en este premio se necesita contar 7 cosas... allá va:

1.- Me gustan los regalices ácidos... me imagino que en cada sitio se llamarán de una manera pero los hay con forma de ladrillo relleno de nata, los tronquitos, etc... bueno esos regalices... En general me declaro adicta a las gominolas, pero no me gustan mucho las gominolas con azúcar (jajaja! las que vienen cubiertas de azúcar).

2.- Mi plato estrella son los canelones de carne... me encantan, los hago muy ricos y en mi casa siempre ha sido tradición que el que está de cumpleaños puede elegir el menú... pues en mi casa todos los 28 de octubre se comen canelones... ala, a mí salud!!.

3.- Me encantan todas las estaciones del año porque todas tienen su cosilla... La primavera hace que empieces a animarte, a salir del letargo... el verano y la ropa corta, el solito y la playa... el otoño y las castañas asadas, el olor a churros... ummm!, el invierno y las prisas con las compras navideñas, las bufandas... no sé, creo que todas las estaciones tienen algo especial.

4.- Echo de menos el mar... mal que mal en Bilbao tenía la playa al lado, uno casi se despierta oliendo a salitre, con el sonido de las gaviotas... en Santiago de Chile no hay mar y lo extraño muchísimo... creo que eso es lo que más ansiedad me produce al vivir aquí, no poder pasear por la playa...

5.- Soy inquita, nerviosa, me gusta mucho hablar, me declaro impulsiva, soy intuitiva... y tal vez tengo hasta la suerte de tener una familia política muy aburrida, porque así me puedo considerar hasta divertida, jajaja!.

6.- Me gusta la decoración, restaurar muebles, las manualidades, el punto de cruz, aprender nuevas técnicas... me hubiera gustado estudiar Bellas Artes pero estudié Administración... vamos, lo mismito... siempre creí que no tenía talento así que pasé de intentarlo... claro que para las mates tampoco tenía talento, jajaja!.

7.- Me encanta la fotografía... no saco buenas fotos, no tengo una buena cámara pero me encanta estar todo el día con ella en la mano esperando a que mis hijos hagan algo o no para tomarles una foto... a mi cuñado le carga que haga tantas fotos, pero yo estoy orgullosa de la pared de mis fotos, ojalá tuviera más espacio aún para poner y poner más fotos...

Y... lo último pero no por ello menos importante (y sé que ya forma parte del premio).... adoro a mis hijos y como se dice a veces me los comería y otras me arrepiento de no haberlo hecho... pero sé que son el motor y la razón de mi vida. Cuando les miro creo que mi vida hasta el momento de tener a mis hijos ha sido un mero ensayo... Amo a mi familia... la mía y la que he formado... creo que le debo muchísimo a mi madre, a mis abuelos, el ser quien soy, el como soy, mis valores y mis principios. Adoro su forma de hacerme sentir familia, y quiero que mis hijos vivan esa unión como lo he hecho yo.
Adoro a mi familia, primos, tíos... porque aún cuando algunos de ellos (la mayoría) son en segundo o tercer grado, nos llamamos por teléfono, nos escribimos, y cuando viajo a España nos vemos todos los días o casi todos y nos reunimos un montón de veces sólo para vernos y reírnos como la gran familia que somos...

Esto es lo que quiero transmitirles a mis hijos, el amor de la familia, que siempre estará para ellos, que en las buenas siempre estaremos pero en las malas mucho más, que los problemas se solucionan hablándolos y no ocultándolos y que dentro de esta simple palabra "FAMILIA" se forman los mejores y más fuertes pilares en la vida.

martes, 27 de septiembre de 2011

Mamá, embarazada y depresión.


Siempre pensé que estar embarazada era el momento mágico y maravilloso donde no entraba ni por casualidad la palabra depresión... todo debía ser alegría, euforia, entusiasmo... pero tal vez el tener otros dos niños tan pequeños, sentirme sola... o que ya iba siendo hora de pensar en el horror de año que fue el pasado...

Me da rabia sentirme tan mal, creo que mi bebé no tiene la culpa y que de una forma u otra está pagando un poco el pato de tantas cosas...

El año pasado no fue malo, fue horroroso... despidieron a Carlos de su trabajo, el terremoto en Chile, la enfermedad de mi abuelo, la de Diego... y al final el fallecimiento de mi abuelito... no tuve tiempo ni siquiera de asumir o asimilar todo lo que estaba pasando.
Puede ser que ahora, a un año de todo lo vivido, de haber mantenido la pena aparcada a la vuelta de la esquina... sea el momento en el que las murallas que me defendían, caigan y sea el momento de llorar y gritar...

Lo primero que me dijo el oncólogo de Diego cuando lo conocí es que él no había conocido a ninguna madre que se permitiera el lujo de enfermarse, de llorar o deprimirse mientras duraba la enfermedad de su hijo, lo que él no sabía es que mi abuelo (el que para mí también hizo de padre ya que el mío murió cuando yo tenía 9 años), también estaba viviendo un cáncer y que a su edad ya no tenía solución y sólo le quedaban unos meses de vida...
Cuando operaron a Diego, el mismo día, me llamaron para decirme que ingresaban a mi abuelo de urgencia porque no podía respirar... y a partir de ahí fue una locura, comenzaba mi día visitando a mi abuelo en un hospital, después pasaba el día entero en el otro hospital cuidando de mi hijo, por la tarde me traían a Sofía y la llevaba a casa pasando antes por el hospital a ver de nuevo al abuelo...
Sentía que no dedicaba tiempo a nadie...

Quince días después de llegar a Chile, falleció mi abuelo y no dejo de pensar en las palabras de su despedida: "Ya no nos vemos más"... y yo le dije que estaba segura de que sí nos volveríamos a ver... Desde que le diagnosticaron el cáncer de pulmón, tratamos de no decirle nada porque él era muy aprensivo... debíamos mordernos la lengua, tragarnos las lágrimas delante de él, y os prometo que fue tan difícil...

Una semana después de saber que mi abuelo se había ido, supimos que yo estaba embarazada... y entre la pena y la alegría pensé que unos se van para dejar sitio a otros... así que empecé a tener sentimientos encontrados con este embarazo... por un lado pensaba que mi abuelo me dejaba un regalo y por otro que no debía haberse ido porque yo aún le necesito... pero no pude llorar porque cuando supe que estaba embarazada de Diego no me lo tomé tan bien como esperaba y al saber que tenía cáncer, me eché la culpa tantas veces por no haber estado tan feliz como cabía esperar al enterarme de que estaba en camino... así que esta vez traté de bloquear cada pensamiento negativo para no sentirme culpable alguna vez...

Y ya veis... puede que todo esto se mezclara, las ganas de llorar se acumularan y todo lo positiva que he sido siempre se desmoronara y diera paso a una ansiedad horrible, una angustia y depresión... todo junto o todo por separado, no lo sé...

Lo peor es que me recetaron unas pastillas que me niego a tomar por miedo a perjudicar a la niña...

Os cuento que estoy tratando de levantarme... que estoy pintando la casa y tal vez eso me esté dando ánimo... que estoy preparando las cosas de la pequeña que hasta ahora no había hecho nada y también me está animando bastante... y ojalá el calorcito, el sol, la llegada de Rocío, la llegada de mi madre en noviembre terminen de levantarme el ánimo y de por finalizado un período triste en nuestras vidas y empezemos a mirar al futuro... y tal vez cuando vea la carita de mi hija, sienta por fin que es lo que mi abuelo hubiera querido, dejarme el mejor de los regalos...

jueves, 8 de septiembre de 2011

La noticia de un cáncer. Un año después


Ahora mismo no sé que puede pensar una mamá cuando su hijo cumple 16 meses, supongo que ha llegado ya la hora de la operación pañal, la operación chupete fuera, ese tipo de cosas... y seguramente era el tipo de cosas de las que yo estaba preocupada cuando Diego cumplió esa edad.
Pero un 8 de Septiembre, hace ya exactamente un año, a las 9 de la mañana, la neuróloga me dijo, su hijo tiene cáncer... y yo sólo miré a mi bebé... estaba jugando tranquilamente con un trenecito de madera que había en la consulta. "Vamos hombre, tienes que estar de broma!!?". No me dio tiempo a nada, ni siquiera a reaccionar, la miré, sonreí y ella me explicó que ya estaba todo listo en oncología infantil, que nos estaban esperando para explicarnos todo sobre la enfermedad de Diego y que antes debíamos pasar a hacer unos exámenes de sangre...

Y allí estaba mi gordito, tranquilo, mirando sin entender, sonriendo como siempre... Cogí el trenecito de madera, lo dejé en su sitio, levanté a mi hijo del suelo, y me despedí con la misma sonrisa con la que seguramente entré a la consulta, dando las gracias por todo...

Después llegamos a extracciones infantiles, miré a cada niño, a cada papá que seguro tenía su propia historia, mejor o peor que la nuestra, quien sabe... nadie lleva a su hijo tan pequeño a que le saquen sangre por placer... y yo miré al mío... "tienes cáncer!!... qué se supone que piensa una madre al saber algo así?... qué voy a hacer?... qué vamos a hacer??".

No puedo explicar todo lo que sentí ese día, mirar a mi gordito tan ingenuo, tan inocente y pensar que... "no, mejor no pienses algo así, saldremos de esta seguro!!. Sécate las lágrimas, él no entiende nada, no sabe porque lloras y se va a asustar, eso es... una sonrisa, juega con él como si nada y dile lo mucho que le amas".

Y eso es todo lo que pensé... pensé que mi hijo era el mismo de hacía un mes, de hacía un año, un niño inmensamente feliz, que jugaba y reía, que estaba aprendiendo a comer solito sin tirar los granos de arroz, un niño al que le seguía gustando tomar biberón, que le encantaba que le achucharas y tremendamente besucón... era mi niño, y algo así no nos iba a impedir que disfrutáramos día a día de tenernos, y pasaríamos completamente esta etapa, sin una lágrima.

Después de sacarle sangre, tuve que llamar a mi casa, explicarle a mi madre por qué no iba a llegar tan pronto como ella pensaba, llamar a mi marido que en Chile serían las 4 de la mañana para darle una noticia que le congelaría el corazón... llamar a mi tío porque estaba tan paralizada que estaba segura de entender todo lo que me dirían en oncología...
Después de tratar de calmar a todo el mundo... sí, calmarlos, yo a ellos... subí con mi gordito a la sexta planta y es en ese momento que sentí que mi vida estaba cambiando...

Lo primero que vi al salir del ascensor: Hospital de Día Infantil. Oncología Infantil.
Llené mis pulmones de aire y caminé... había niños sin pelo, sin cejas... pero todos sonreían. Las mamás, no sé si era casualidad o no, pero todas estaban flaquitas... pero también sonreían. Lo mismo que los papás.
Todos se hablaban, todos se conocían y todos saludaron, preguntaron y me contaron sobre ellos... lo que me vino a la mente es: Madre mía!!... es como si fueran una gran familia!!...
Y sí... lo eran, lo son... y de verdad cambió mi forma de ver esta enfermedad...

Me di cuenta de que el cáncer sí existe, que no son fotos que cuelgan en los ambulatorios para que en algún momento alguien sienta pena... son niños de verdad, más de los que creemos en realidad. Que son niños que sonríen porque no dejan de ser niños... y pasados los meses me di cuenta, que son ellos quienes realmente nos enseñan a vivir la vida. Que el afán de superación no es ascender en tu trabajo, es luchar contra una enfermedad que amenaza con tu vida, es sonreír aún cuando no te quedan ganas, me enseñaron que ninguno de mis problemas era tan grande como para hundirme, que ellos apenas con unos meses de vida o con 15 años, valoraban lo que tenían más que nada en este mundo...

Mi hijo, con sólo 16 meses, me dio una lección que no podré olvidar jamás... que la vida merece la pena vivirla, y vivirla desde los ojos de alguien que no conoce otra cosa que levantarse para respirar y seguir aquí...
Sé que no me estoy explicando como me gustaría... pero en estos momentos, desde ese día, pensar en aquél 8 de septiembre y todo lo que vino después, hace que las sensaciones, los sentimientos se agolpen y si bien sí sé lo que viví y sentí, no puedo explicarlo.

Hoy hace un año... hoy hace exactamente un año que nuestras vidas cambiaron. Hoy hace un año que el cáncer entró en nuestras vidas y hace un año que mi hijo me dio la lección más importante en mi vida. El poder de la sonrisa, el poder de la inocencia, de la lucha constante... Que el cáncer es más que una enfermedad individual, es una enfermedad familiar, arrastra a todos con él... que oncología no es un sitio a mirar con miedo, que hay personas que lloran, que sufren sí... pero también personas que te miran con cariño, que te tienden una mano, que siempre tendrán un pañuelo cerca, que compartiran contigo un café...

Hoy he llevado a Diego a la guardería como todos los días, y hoy me he dado cuenta de que está tan grande!!. Y hoy me he dado cuenta que puedo volver a llorar al menos un poquito... esta vez supongo que de felicidad, sabiendo que tengo a mi niño cerca, que le puedo besar, acariciar y achuchar... Nunca quise tener favoritos, pero creo que Diego siempre será mi niño especial...